Paseo
por el horizonte
montado
en el espíritu
del
caballo que huyó
de
las hierbas malditas.
No
quiero
solemnidades.
Los
templos han derrotado
mi
primer alma
y
no busco espinas de perdón.
Mi
segunda oportunidad
no
se encuentra en parábolas
ni
en
árboles de mirada confusa
He
de seguir
el giro de mi cuerpo
e
iluminar la puerta de otros frutos
que
no buscan dependencia.
Tenemos
que comprender
que
vivimos encadenados a un bisbiseo
a una cuna, que pudo ser maldita,
y
a unas claves de angustia .
Arrodillados
ante el espejo,
nuestro
mundo se invierte
y morimos,
sin
poder conocer el otro lado
sin
poder
anular la palabra
ni
el fingido consuelo de unos salmos.
Al
compreder estas esquirlas de mi vida,
he
roto los deseos
y acudo al
yunque
para
templar el rayo que me ocupa,
sabiendo
que no soy,
ni
acaso acuda,
esa
pequeña nota
que
se mece
en la noche
esperando
la memoria del cosmos,
todavía
sin saber….
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