Nunca abandonaste la lluvia
y tus manos fueron la esencia
que protegía los campos.
Siempre entregada a tu sonrisa
para vivir el turno
de dolor ajeno
y pausar el tiempo.
Siempre busqué tu sombra
como alivio de luz
en la leyenda
de intemporalidad.
Siempre te supe
y seguí tu sendero.
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