No hay fin del mundo
cuando el mundo es un fin
es un lamento
es una acera de pasos incompletos
es tan solo la plenitud de una llaga
y el canto degradado de un motete eucarístico.
Quisiera volver a sentir tus manos
para aliviar mi sombra.
Pero nada de esto multiplica
la sensación de paz.
Ha llegado la angustia
ha llegado un nuevo pregonero
para anunciar otros fines de lamento
y mi voz se pierde entre cuadrículas de entono
y sobre un asfalto que vigila la aguadaña de noches.
He de hablar de fin
pero no es el fin.
He de hablar de ausencia
pero no es ausencia.
Es el color pálido que se extiende
sobre tus pretensiones de presencia
y sobre las últimas caricias de madre.
Dejemos el fin a un lado
y vamos a programar nuestra ausencia
sin la palabra
para llegar al mensaje
que ofrece la lluvia
oculta entre los páramos
sobre la voz de tu llegada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario