Paseo de Las ÚRSULAS

Paseo de Las ÚRSULAS
PASEO DE LAS ÚRSULAS(Salamanca).-Por José Luis Pérez Pablos

miércoles, 3 de septiembre de 2014

QUEDAMOS EN SILENCIO.- Por Jimmy Valdez

Quedamos en silencio mientras buscamos en lo más íntimo y reflexivo del ser una repuesta lógica, justa, sincera, que no venga ataviada de pasiones, de rabia, de penas, de apetito siniestro en contra de muchas gentes que anteponen sus privilegios personales y de grupo en detrimento y hasta muerte de los demás seres del conjunto que llamamos país. Preguntamos con las dudas humanas del que no termina de creer; con la anímica conciencia de quien sufre una gran indignación, con la sangre cuajada en alguna arteria, en algún tablero explosivo,  en cualquier mano que acaricia un fusil, sobre el día en el que nos vendieron como recua al diablo; sobre el día en el que unos señores decidieron pisotear lo que Dios y la naturaleza le ofreció a los hombres (en este caso a los dominicanos) para que unos bandidos lo destruyan todo, lo envenenen todo, lo maten todo a cambio de miserables despojos, que igual y siempre van a parar a los mismos y ladrones bolsillos de los funcionarios de turno.

La verdad es que  no quiero mentar a la maldita madre de sus madres. Yo no quiero hablar de lo que tanto hablo y me hace daño. De sufrir con la impotente vergüenza que me asfixia. Yo quiero estar sereno, yo quiero estar tranquilo. Yo quiero continuar en silencio como en los pasados dos días “respirando hondo” cruzado de pies, en posición de loto “paz y amor” sin contaminación que me perturbe.

Tomo la biblia para examinar las virtudes cristianas que debo seguir; leo por igual (en algún otro libro) sobre Zarathustra y los estudios de Pitágoras. Me detengo en Rama, entro en los abismos dominados por Hades (dioses y mitología) el Super hombre de Nietzsche, todos… hasta que vuelvo a encontrarme con el maestro Jesús en el evangelio de Juan, expulsando a latigazos a los mercaderes del templo.  

Así me quedo un rato, sacudido por alguna luz redentora en la historia patria: “Entro por Haití porque no puedo hacerlo por otra parte, pero si alguien pretendiese mancillar mi nombre, decidle que yo soy la Bandera Nacional”.

Yo deseo no decir un “Coño” (yo debo a los míos cierta paciencia, cierta inteligencia emocional, cierta coraza).

Regresaré al silencio, a los ejercicios de respiración, al carajo de los que como yo siempre tienen el utópico sueño de que algunas vez y por todas se haga justicia. 

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Jimmy Valdez
Ridgewood, NY

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