Quiero vivir en tus manos
para no morir de los tiempos.
Mi cuerpo siente
las traiciones
las túnicas malvadas
el lamento de Dios,
y vive el sándalo de tu caricia
profanado por los gentiles
junto a la mueca de victoria.
Protéjeme de nuevo
en el nombre del Padre
y perfuma mi mente
con esencia de perdón.
Pero no abras tu entrega
más allá de mi angustia.
Temo la debilidad,
de convertirme en sombra,
de ser rito de infierno
en el deseo.
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