Rara vez la belleza es subversiva.
Rara vez la hermosura
es calidad moral.
Sólo en el equilíbrio
cuando ya no es belleza transmitida
y
todavia no es belleza transmisible,
cuando
es sólo mensurable con las manos
de outro. Y aun así
no siempre el brote nuevo el miembro nuevo
recibe el sorprendente regadío
de la savia rebelde.
Rara vez la hermosura
alcanza calidad de delincuencia.
Pero cuando sucede
¿cómo no estremecerse ante el milagro
de la mirada peligrosa, el guiño
que el instinto há enseñado, la cultura
y la naturaleza en alianza,
movidas a esplendor dentro de un cuerpo?
Fuera también del cuerpo. Sobre el mundo.
A la vez luminosa y destructiva
la hermosura del héroe
como el rayo
como viva señal de lo divino.
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