LA
HORA VIOLETA
Desciende
la
hora violeta.
Los
perros de la tarde
van
a dejar de ladrar.
Dame
tu mano
y
tu sien,
ladera-morada
de
la misericordia.
Pene,
corvas y pies
recógelos
con cuidado.
¿Y el horizonte?
Horadado:
sólo
quedan rescoldos,
sólo
queda lo que ha dado en llamarse dolor.
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