Ha sido oscuro el día. Oscuro y frío. Otro día
y sus secuelas de cristal molido. Dentro, pregonando el viento las hojas grises
de todas las certezas, lo ensimismado del espectro que es la carne, el errado ataúd
de los espejos (gélida jornada usurera ovillada allí en el relincho asustado de
los edictos).
Quise permanecer de pie, como un cuerpo clavado
en la cruz, sin cortejos; pero sus ojos jamás devolvieron una mirada. Jamás elevaron
la naciente esfera de sol sobre el rudimentario artefacto del equipaje.
Otro oscuro día. Otra llovizna mojándolo todo
(cada habitación de hotel, cada emblema).
Jimmy Valdez Osaku
Ridgewood, NY
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