Me dices - Quizás en un año volvamos a vernos; si es que
estas solo, si es que quieres.- y así, decididamente
tú, ofreces lo eventual como ramo de olivo, como gesto piadoso, como azar de
posibles incidencias, de magras incidencias futuras, de urdimbre en sumatoria
para la paz que no quiero.
Mi ser reflexiona en la solas envergadura de lo
indeleble: susurra nanas, recuesta la cabeza en los vestigios del eco (me
reservo el derecho al compendio de las certezas). Y miro al horizonte, la
fantasmal primavera cubierta de nieve (todo responde con singular policromía trasmundana).
Y me anido en un nudo de senderos, de irreales profecías
que dan la espalda. Y aunque no lo creas, también sonrío. También descubro que
en alguna parte igual vencí, que igual tomo distancia de aquel semblante de
alma herida, de aquel que muere, de aquel que siempre tuvo como posdata la inmediación
de tu nombre.
¡Qué ironía la de la tristeza! Ya no es
abstracta, ya no es etérea. La tomo en la mano y apenas pesa un conjuro.
Jimmy Valdez Osaku
Ridgewood, NY
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