La mirada es la huella que permanece a mi lado,en los vuelcos del tiovivo que compraste con tu falsa inocencia.
He comprendido que tus suspiros eran arma para mantener mi silencio y que no conociera la otra puerta de entrada a tu cuerpo: la que mantiene ,las mutaciones,las luchas de poder ,y los deseos de indignidad.
Comprendí esa tarde, que tú llamabas de esplendor ,cómo los instintos de muerte, se disfrazan de sonrisa,se acercan a mi tumba y rien manteniendo su dominio.
Sí, estás contemplando , a un cuerpo muerto, que no puede definir su orgullo y que lleva sus medallas en la parte promiscua de su condición.
Acaso no me entiendas .....pero lee dos veces este manuscrito y reza la oración Zen de los valles...quizá tus átomos puedan volver a la pureza de sus principios,junto a la estrella que marca la verdadera permanencia.
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