Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz...
Aquí, en estas riberas,
donde atisbé la luz
por vez primera, dejo también el corazón.
No
pasará otra onda rumorosa del río,
no quedará este chopo envuelto en fuego verde,
no cantará otra
vez el pájaro en su rama,
sin que deje en el aire todo el amor que siento.
Aquí, en estas
riberas que llevan hasta el llano
la nieve de las cumbres, planto sueños hermosos.
Aquí también
las piedras relucen: piedras mínimas,
miniadas piedras verdes que corroe el arroyo.
Hojas o llamas,
fuegos diminutos, resol,
crisol del soto oscuro cuando amanece lento.
Qué fresca
placidez, que lenta luz suave
pasa entonces al ojo, que dulzura decanta
el oro de la tarde en
el cuerpo cansado.
Hojas o llamas verdes por donde va la brisa,
diminuto carmín,
flor roja por el césped.
Y, entre tanta hermosura, rebosa el río, corre,
relumbra entre
los troncos, abre su cuerpo al sol,
sus brazos cristalinos, sus gargantas sonoras.
Aquí, en estas
riberas, donde atisbé la luz
por vez primera, miro arder todas las tardes
las copas de los
álamos, el perfil de los montes,
cada piedra minúscula, enjoyada del río,
del dios río que llena
de frutos nuestros pechos.
Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz
por vez primera,
dejo también el corazón.
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