Paseo de Las ÚRSULAS
miércoles, 9 de julio de 2014
ADAPTACIÓN A LA VIDA.-Por Valentín Martín
ADAPTACIÓN A LA VIDA
¿Y si su alma estuviese tatuada de relicarios
y yo sólo fuese un trocito de capote
sobre el que pisase su lindo pie?
El hombre anochecido sueña aún con pubis angelicales
tantas veces como tantos no-me-olvides oyó suplicar.
Desde que este hombre se convirtió en monólogo
nutrido sólo de pan y piel de mijo,
no le nacieron duras escopetas,
sino un cazador de sí mismo que jamás logrará ya aprehenderse.
Todo cabe ya en el espacio de un grano de arena.
Y sin embargo su universo se engolfa una y otra vez
cuando suena su voz más allá de la elipse de su almática lengua.
Si mañana se coagula definitivamente el tiempo,
el hombre dará la vida por vivida
más lleno de paz que ninguno
por no haber hecho caso a tantos avisos
que le pidieron callarse.
Este hombre sabe que hay tejados verdes
bajo los cuales las universitarias abren sus muslos
para dejarse por unas bragas de seda.
Este hombre sabe que Gabriel escribió un día
para él la crónica de su muerte tan anunciada.
Este hombre sabe que no regresará jamás,
aunque hayan regresado los instantes
de las mandíbulas con arpones.
Este hombre sabe que no se equivocó clavando a destiempo
su corazón en una colina entre tantos ladrones buenos,
entre tantos ladrones malos.
Este hombre sabe que si quiso la ascensión del amor
hasta el amor y no hasta la lepra
fue por una abeja reina, más que por un bello murmullo.
Este hombre sabe que sus propios insomnios se consuelan solos
y hasta aprendió a extirpar los de su lejana mariposa.
Este hombre sabe que su mortal melancolía se cura
con unos besos terrestres al socaire de un mudo vuelo.
Este hombre sabe que sólo existe si existe ella,
infinita
mujer
solar,
insolidaria soledad que está siempre naciendo
mientras que él se muere a contragolpes
de la vida que se escurre como un río chico.
Este hombre sabe que desdichado el que se va
y no regresa nunca
ya al ala dulce de sus palabras y sus pezones.
Este hombre sabe que aunque tenga muy alargados
los ojos tan de verso
su carne se vuelve mansedumbre antes
y luego lumbre en la carne de otro.
Este hombre sabe que si hasta Dios le pide a ella permiso para todo,
¿qué puede hacer él si no es concluir en la nada?
Nací en Salamanca.Allí estudié medicina.Luego marché a USA trabajando como investigador post-doctoral en Yale University.Al tiempo cultivaba poesía y novela y en la poesía sigo.En la actualidad vivo en Barcelona.
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