Paseo de Las ÚRSULAS

Paseo de Las ÚRSULAS
PASEO DE LAS ÚRSULAS(Salamanca).-Por José Luis Pérez Pablos

miércoles, 19 de marzo de 2014

CONFÍO.- Por Juan Antonio González Iglesias

 


Confío


Hace unos años me invitaron a escribir una Poética. Casi al mismo tiempo, recibí la propuesta de traducir el “Arte Poética” de Horacio. Ahora, concluidas las dos tareas, constato que cambié ligeramente las cosas. Escribí mi Poética personal bajo el signo de Horacio. Y comenté la Poética de Horacio desde un punto vista actual que viene a ser el mío. Además, publiqué antes mi propia Poética, como si yo fuera un maestro. Ninguno de esos errores importa mucho, porque un poeta occidental en su edad madura, enamorado de la tradición literaria y con un concepto clásico de la belleza, habrá cumplido si consigue poner al día la teoría horaciana.


Creo en la poesía como lenguaje que hace más humanos a los seres humanos. Entiendo, como los antiguos, que la poesía civiliza.



Creo en una poesía que dice, comunica e ilumina. Escribo pensando en la posibilidad de contribuir a la formación de mis conciudadanos. Esto fue así en el pasado y probablemente sea así en el futuro. Pero ahora las cosas no son así. Tengo la sensación de estar transitando una de las épocas menos poéticas de la Humanidad, si no la menos. En las últimas décadas he visto cómo los poetas rebajaban su lenguaje. He asistido a la extinción de la poesía popular. He oído a grandes poetas decir que las palabras no importan. Lo dijeron para justificar cambios sociales, pero eso no los justifica a ellos, que abdicaron de su responsabilidad como custodios del lenguaje. Me disgusta el poeta que ejerce como un profesional de clase media. El que intenta, como algunos políticos, halagar al público. El que degrada su palabra repitiendo instrucciones de personas menos poéticas que él. Sufro con el lenguaje sometido a todos los servilismos contemporáneos: las palabras gastadas en los cuestionarios burocráticos, en los medios de comunicación cada vez más vulgares, en muchas páginas caóticas de Internet, en las universidades despojadas de su sueño humanístico, en la literatura convertida en producto. Veo la poesía como reserva natural del lenguaje. Asocio poesía y libertad. Poesía y amor.



La poesía es un lenguaje lento. Todos vemos que el mundo ahora va más rápido que la poesía. Esto es malo para la poesía, pero sobre todo es malo para el mundo. Un mundo sin poesía es algo inédito en Occidente. Por otra parte, la poesía es un idioma de la resistencia porque es un lenguaje resistente. Pero no puede resistir si no está fraguado con detenimiento. La poesía no debe rendir vasallaje a este grosero reino de lo efímero. En el reino de la cantidad la poesía debe seguir siendo cualidad, para recordar al ser humano su  preciosa condición cualitativa.



Concibo la poesía como una ética. Como el idioma más alto y más rico, el que puede integrar todos los demás, como lenguaje tensado entre la vida y la muerte.



Confío en la poesía como lenguaje que tiene a su cargo el futuro. Veo al poeta como una inteligencia abierta a todo, y un corazón cercano a todo. Está en contacto con todas las criaturas y con todas las cosas. Así entiendo la empatía virgiliana. La poesía es el lenguaje ideal. El lenguaje en su plenitud: sencillo, como en Francisco de Asís, o complejo, como en Góngora. Los dos extremos son buenos, porque dejan que el lenguaje sea.



Incumbe al poeta vislumbrar el sentido del mundo. Poema es, para mí, un momento en que el mundo tiene sentido y se comunica con palabras. Creo, con todas las consecuencias, que la poesía es el “logos”. Desde Parménides hasta Seferis, pasando por el inolvidable principio de Juan.

Cierto que el tono pesimista del artículo queda impugnado por la muestra de producción poética reciente que aparece en la misma revista. Pero contiene afirmaciones que suscribiría ahora mismo: el poeta como custodio del lenguaje, la poesía como reserva natural del lenguaje, la poesía como una ética, la poesía como lenguaje que tiene a su cargo el futuro (recordando a Celaya, supongo), el poeta que vislumbra del sentido del mundo…



Cierro por ahora mi ejemplar, otras tareas me llaman. Pero volveré a él cada noche con la esperanza de vislumbrar ese sentido del mundo. Si mi talento no alcanza para tanto, quizá mi persistencia lectora ayude a compensarlo: si no hay inspiración, que no falte transpiración. En ello confío.




No hay comentarios:

Publicar un comentario