Paseo de Las ÚRSULAS

Paseo de Las ÚRSULAS
PASEO DE LAS ÚRSULAS(Salamanca).-Por José Luis Pérez Pablos

viernes, 28 de febrero de 2014

LA MEMORIA BOCA ARRIBA.-Por Valentín Martín

LA MEMORIA BOCA ARRIBA

Hoy me ha llamado Vicente Aleixandre:
qué fue de aquel poema de desamor
con que empecé andar sus abismos
pidiéndole abdicaciones a los vencejos.

Dice que él también tuvo una novia
a la que nunca entregó versos en mano.
Que como desde su mirada de cadáver
me ve jovencísimo, ponga al sol la esperanza.

Esta ni me la toques, puro Vicente.

Le he contado lo que me pasa contigo
y dice que lo sabe porque ya lo murió,
y además se lo cuentan los arriates
de Velintonia 3 (ya ves que es tu número)
cuando regresa por las noches a apagar
la luz y mirar si todo está dulce y en orden.

Le he echado en cara que su cintura
se quebrase para dar paso a la vejez:
un hombre lleno de amor no hace eso.

Un hombre enamorado moja sus días
en el futuro que le llama como a todos
con veredas para pasear domingos,
ir tocando las campanitas del júbilo,
eludir los arroyos y subir a los montes
donde siga brillándole la mirada
como si la vida le saliese al encuentro.

Un hombre enamorado es mucho más
que una tarde, un naufragio, un olvido.

Un hombre enamorado es saber sobre todo
llamar a cada alondra por su nombre
y ponerse a cantar con ellas the power of love
sin que se extrañe la gente del pueblo,
como si fuese a comprar el pan de cada día.

Un hombre enamorado no conoce la mirada final
ni el final de una mirada, no sabe de asesinatos,
ni de cigarras que le besan traiciones en los labios,
ni se imagina que el agua se acabará mientras bebe
inmersiones sin retorno que un día serán secarrales,
qué más da si él a los pequeños sucesos los mira
con los ojos de chico, cuando todo le pareció enorme
y para siempre, como los padres lentos de su infancia.

Un hombre enamorado es un santo caimán
que toca el acordeón en la siesta de los tornasoles,
mientras los demás esperan sorpresas nuevas
que él ya tiene anudadas a su chaqueta de mayo
después de tender toda su historia al latido del aire.

(Que se lleve su historia, la antigua, la de secano,
ese viento que arrasa tantas alamedas definitivas).

Un hombre enamorado tiene la costumbre
de no tener miedo a ser un hombre sin casa,
le bastan las glorietas con rumores de mujer,
el vino dispuesto al alba de los pájaros urbanos,
la voz del buenos días que no falte y poco más.

Un hombre enamorado sabe todos los pronombres,
los llama, a uno le habla, a otro le acaricia, lame
cada sílaba del suyo, el de ella, como un perro de raza,
como si limpiase las mañanas para sus trenzas
y él fuese el sol naciente que la está esperando.

Un hombre enamorado es todo eso
en mitad de un mundo lleno de estanques
que son espejos de otros hombres que amaron
probablemente lo mismo que él está amando.

Un hombre enamorado no tiene los ojos llenos de tierra,
no dice que llegará la hora en que ese viento se pare,
pero no es un vilano sin luz navegando en la noche,
ya aprendió que el tercio del amor tiene su finitud,
que un día no amanecerá o amanecerá tan malo
como una tarde, un naufragio, un olvido. Y el fin.

Pero lamento llevarte tanto la contraria, Vicente.
Porque un hombre enamorado no se muere nunca.
Aunque lo maten.


1 comentario:

  1. Qué inconfundible Valentín, cuando deja correr la palabra y se desliza sinuoso por los meandros del amor.
    Qué buena elección Ignacio.
    Comparto por ahí.
    Namasté.

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