Paseo de Las ÚRSULAS

Paseo de Las ÚRSULAS
PASEO DE LAS ÚRSULAS(Salamanca).-Por José Luis Pérez Pablos

miércoles, 12 de febrero de 2014

EL MURCIÉLAGO ALEVOSO.-Por Diego Tadeo González

Diego Tadeo Gonzalez (1731-1794) 

El murciélago alevoso

Estaba Mirta bella
cierta noche formando en su aposento,
con graciosos talento,
una tierna canción, y porque en ella
satisfacer a Delio meditaba,
que de su fe dudaba,
con vehemente expresión le encarecía
el fuego que en su casto pecho ardía.

Y estando divertida,
un murciélago fiero, ¡suerte insana,
entró por la ventana!
Mirta dejó la pluma, sorprendida,
termió, gimió, dio voces, vino gente;
y al querer diligente
ocultar la canción, los versos bellos
de borrones llenó, por recogellos.

Y Delio, noticioso
del caso que en su daño había pasado,
justamente enojado
con e fiero murciélago alevoso,
que había la canción interrumpido,
y a su Mirta afligido,
en cólera y furor se consumía,
y así a la ave funesta maldecía.

“Oh monstruo de ave y bruto,
que cifras lo peor de bruto y ave,
visión nocturna grave,
nuevo horror de las sombras, nuevo luto,
de la luz enemigo declarado,
nuncio desventurado
de la tiniebla y de la noche fría,
¿Qué tienes tú que hacer en donde está el día?”

“Tus obras y figura
maldigan de común las otras aves,
que cánticos suaves
tributan cada día a la alba pura;
y porque mi ventura interrumpiste,
y a su autor afligiste,
todo el mal y desastre te suceda
que a un murciélago vil suceder pueda”.

“La lluvia repetida,
que viene de lo alto arrebatada,
tan solo reservada
a las noches, se oponga a tu salida;
o el relámpago pronto reluciente
te ciegue y amedrente;
o soplando del Norte recio el viento
no permita un mosquito a tu alimento”.

“La dueña melindrosa,
tras el tapiz do tienes tu manida,
te juzgue inadvertida
por telaraña sucia y asquerosa,
y con la escoba al suelo te derribe;
y al ver que bulle y vive
tan fiera y tan ridícula figura
suelte la escoba y huya con presura”.

“Y luego sobrevenga
el juguetón gatillo bullicioso,
y primero medroso
al verte, se retire y se contenga,
y bufe, y se espeluce horrorizado,
y alce el rabo esponjado,
y el espinazo en arco suba al cielo,
y con los pies apenas toque al suelo”.

“Mas luego recobrado,
y del primer horror convalecido,
el pecho al suelo unido,
traiga el rabo del uno al otro lado,
y cosido en la tierra, observe atento;
y cada movimiento
que en ti llegue a notar su perspicacia
le provoque al asalto y le dé audacia”.

“En fin, sobre ti venga,
te acometa y ultraje sin recelo,
te arrastre por el suelo,
y Acosta de tu daño se entretenga,
y por caso las uñas afiladas
en tus alas clavadas,
por echarte de si con sobresalto,
te arroje muchas veces a lo alto”.

“Y acuda a tus chillidos
el muchacho, y convoque a sus iguales
que con los animales
sueles ser comúnmente desabridos;
que a todos nos dotó naturaleza
de entrañas de fiereza,
hasta que ya la edad o la cultura
nos dan humanidad y más cordura”.

“Entre con algazara
la pueril tropa, al daño prevenida,
y lazada oprimida
te echen al cuello con fiereza rara;
y al oirte chillar alcen grito
y te llamen maldito;
y creyéndote al fin del diablo imagen
te abominen, te escupan y te ultrajen”.

“Luego por las telillas
de tus alas te claven al posti¡go,
y se burlen contigo,
y al hocico te apliquen candelillas,
y se rían con duros corazones
de tus gestos y acciones,
y a tus tristes querellas ponderadas
corrspondan con fiestas y carcajadas”.

“Y todos bien armados
de piedras, de navajas, de agijones,
de clavos, de punzones,
de palos por los cabos afilados
(de diversión y fiestas ya rendidos),
te embistan atrevidos,
y te quieten la vida con presteza,
consumando en el modo su fiereza”.

“Te puncen y te sajen,
te tundan, te golpeen, te martillen,
te piquen, te acribillen,
te dividan, te corten y te rajen,
te desmiembren, te apartan, te degüellen
te hiendan, te desuellen,
te estrujen, te aporreen, te magullen,
te deshagan, confundan y aturullen”.

“Y las supersticiones
de las viejas creyendo realidades,
por ver curiosidades,
en tu sangre humedezcan algodones,
para encenderlos de la noche oscura,
creyendo sin cordura
que verán en el aire culebrinas
y otras tristes visiones peregrinas”.

“Muerto ya, te dispongan
el entierro, te lleven arrastrando,
gori, gori, cantando,
y en dos filas delante se compongan;
y otros, fingiendo voces lastimeras,
sigan de plañideras,
y dirijan entierro tan gracioso
al muladar más sucio y asqueroso;

y en aquella basura
un hoyo hondo y capaz te faciliten,
y en el te depositen,
y allí te den debida sepultura;
y para hacer eterna tu memoria,
compendiada tu historia
pongan en una losa duradera,
cuya letra dirá de esta manera:
(Epitafio)
Aquí yace el murciélago alevoso
que el sol horrorizó y ahuyentó el día,
de pueril saña triunfo lastimosos,
con cruel muerte pagó su alevosia;
no sigas, caminante, presuroso,
hasta decir sobre esta losa fría:
Acontezca tal fin y tal estrella
a aquel que mal hiciere a Mirta bella”.
 

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