AL
BOTIJO
A
Manuel Coca Hernando,
amigo
y alfarero en El Bodón (Salamanca).
En
la vieja casa de mi pueblo,
en
penumbra, próximo a la entrada;
muy
prudente, el botijo en el suelo,
por
sus poros el agua exudaba.
Al
tomarlo en mis manos, ansioso,
como
a un niño cogido en volandas;
inclinando
su cuerpo hacía el mío,
del
botijo agua fresca anhelaba.
Aquel
agua, en mi boca sedienta,
al
instante, mis ansias calmaba;
reclinando
mi cuerpo ante el suyo
al
botijo, en el suelo, dejaba.
¿Quién
tomó aquel puñado de tierra
que,
con agua, más tarde amasara,
para
darle esta forma al botijo?
¿Qué
alfarero puso en él su alma?
¡Qué
placer en los días del estío,
en
penumbra, próximo a la entrada,
aguardaba
estas manos, las mías,
lo
elevaran, bien alto, en volandas!
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