Sobre
la tierra se alza
piedra
sobre piedra.
Hierro,
oro, madera,
bóvedas
y torres
descansan
en el nudo clave
de
una habitación ciega.
Nave
tallada,
inmutable
y severa,
testigo
de guerras y hondas tristezas,
áureas
campanas tocan a fiesta,
augustos
maitines, vísperas regias.
El
paso del peregrino sediento llega
buscando
reposo
bajo
la bóveda esbelta,
hambriento
de bendiciones
para
su alma postrada
de
felicidad exenta.
¡Cuánta
fe sosteniendo columnas
de
esa noche que quiere ser día!
Sofocados
gritos que lloran sus culpas,
congoja
secreta por la paz perdida.
Surge
entonces de la tierra,
capa
a capa, piedra a piedra,
redención
del alma,
soplo
que anima,
sombra
divina, consuelo
que
creara el hombre.
Poema
dedicado a la catedral de Salamanca, leído en el recital El Cielo de
Salamanca el 28 de mayo de 2013 y publicado en el libro edición
conmemorativa.
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